En materia geopolítica el mundo siempre se ha movido como si fuera un péndulo. De izquierda a derecha, o viceversa. Siempre extremista, la Ley del Péndulo pocas veces permite hallar términos medios.
Durante el último fin de semana, Europa ha virado un poco más hacia la derecha, como resultado de los comicios parlamentarios que dejaron al descubierto una tendencia social, por lo menos, inquietante. Europa plantó bandera: la confianza para enfrentar y salir de la crisis está en la ultraderecha. ¿Instrumentos?, los de siempre: seguridad, nacionalismo, economía conservadora, xenofobia, promesa de empleo, persecución al inmigrante. ¿La izquierda? Relegada y sumida, como de costumbre, en la falta de líderes, las absurdas divisiones y la carencia de propuestas firmes para enfrentar la difícil situación mundial.
El Gigante Asiático, agazapado y con calculadora en mano, mide índices con cautela y aguanta como puede el rebote de la crisis, sobre todo la pérdida de las operaciones con EE.UU. Su apuesta es pasar el mal trago aumentando el consumo interno, la inversión y la producción industrial. Como si fuera poco, Corea del Norte saca chapa de capo nuclear y aumenta el caos diplomático en la zona.
Norteamérica confía ciegamente en un viraje mediático-ideológico para salir de una crisis que sus propias ambiciones hipotecarias generó. ¿La solución? Barack Obama, un nuevo superhéroe que, además de ser el presidente de la primera potencia mundial, sale en las revistas como un tipo cualquiera, un vecino tierno y carismático que juega con sus hijos, hace footing por la mañana y su hobbie es pasear al ¿perro de honor? A pesar de la intervención del Estado, el desempleo y la recesión crecen alocadamente.
¿Y el resto de América?
América es un caso aparte. En el norte, México olvidó la crisis por culpa de un virus que generó un brote de paranoia nunca antes visto. Cuba continúa su ruta solitaria sostenida por los ideales de Fidel Castro, aunque su hermano inicie una transición lenta y con pronóstico reservado. El MERCOSUR es cada vez menos un mercado común (aunque sigue estando en el sur). Por estos pagos la tendencia es de izquierda y con flashbacks setentistas comandados por Chavez en Venezuela, Evo Morales en Bolivia y los Kirchner en Argentina.
África no puede darse el lujo de ponerse a evaluar la crisis mundial, teniendo en cuenta que jamás pudo solucionar sus conflictos postcoloniales, fracasando siempre en la consolidación como continente. Debido a su incapacidad por subsanar la relación sociedad-estado-pobreza, la crisis allí es una constante.
Algo está más que claro en el panorama geopolítico internacional: el péndulo se está moviendo, y se mueve de acuerdo al miedo. Miedo a los terroristas, miedo a la misteriosa caída de aviones, miedo a la mutación de gripes mortales, miedo a las catástrofes naturales, miedo a la crisis financiera, miedo a perderlo todo. La suma de todos los miedos genera pánico, y el pánico, en estos casos, suele convertirse en negocio, lo cual no es un buen augurio para el futuro mundial.
Imagen: "Niño y geopolítica observando el nacimiento del nuevo hombre" [Salvador Dalí]
Durante el último fin de semana, Europa ha virado un poco más hacia la derecha, como resultado de los comicios parlamentarios que dejaron al descubierto una tendencia social, por lo menos, inquietante. Europa plantó bandera: la confianza para enfrentar y salir de la crisis está en la ultraderecha. ¿Instrumentos?, los de siempre: seguridad, nacionalismo, economía conservadora, xenofobia, promesa de empleo, persecución al inmigrante. ¿La izquierda? Relegada y sumida, como de costumbre, en la falta de líderes, las absurdas divisiones y la carencia de propuestas firmes para enfrentar la difícil situación mundial.
El Gigante Asiático, agazapado y con calculadora en mano, mide índices con cautela y aguanta como puede el rebote de la crisis, sobre todo la pérdida de las operaciones con EE.UU. Su apuesta es pasar el mal trago aumentando el consumo interno, la inversión y la producción industrial. Como si fuera poco, Corea del Norte saca chapa de capo nuclear y aumenta el caos diplomático en la zona.
Norteamérica confía ciegamente en un viraje mediático-ideológico para salir de una crisis que sus propias ambiciones hipotecarias generó. ¿La solución? Barack Obama, un nuevo superhéroe que, además de ser el presidente de la primera potencia mundial, sale en las revistas como un tipo cualquiera, un vecino tierno y carismático que juega con sus hijos, hace footing por la mañana y su hobbie es pasear al ¿perro de honor? A pesar de la intervención del Estado, el desempleo y la recesión crecen alocadamente.
¿Y el resto de América?
América es un caso aparte. En el norte, México olvidó la crisis por culpa de un virus que generó un brote de paranoia nunca antes visto. Cuba continúa su ruta solitaria sostenida por los ideales de Fidel Castro, aunque su hermano inicie una transición lenta y con pronóstico reservado. El MERCOSUR es cada vez menos un mercado común (aunque sigue estando en el sur). Por estos pagos la tendencia es de izquierda y con flashbacks setentistas comandados por Chavez en Venezuela, Evo Morales en Bolivia y los Kirchner en Argentina.
África no puede darse el lujo de ponerse a evaluar la crisis mundial, teniendo en cuenta que jamás pudo solucionar sus conflictos postcoloniales, fracasando siempre en la consolidación como continente. Debido a su incapacidad por subsanar la relación sociedad-estado-pobreza, la crisis allí es una constante.
Algo está más que claro en el panorama geopolítico internacional: el péndulo se está moviendo, y se mueve de acuerdo al miedo. Miedo a los terroristas, miedo a la misteriosa caída de aviones, miedo a la mutación de gripes mortales, miedo a las catástrofes naturales, miedo a la crisis financiera, miedo a perderlo todo. La suma de todos los miedos genera pánico, y el pánico, en estos casos, suele convertirse en negocio, lo cual no es un buen augurio para el futuro mundial.
Imagen: "Niño y geopolítica observando el nacimiento del nuevo hombre" [Salvador Dalí]
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