Jugadores:
La partida se juega entre dos adversarios que suelen denominarse “oficialismo” y “oposición”. Ambos desarrollan la acción sobre un escenario político al cual llaman “pueblo” o “sociedad”, según los intereses en pugna.
Objetivo del juego:
Cada jugador buscará colocar al primer candidato de su adversario, comúnmente denominado “rey”, en posición “bajo ataque mediático” de tal modo que el oponente no tenga manera de evitar la captura del botín, en ocasiones llamado “banca” o “cargo”.
Piezas y partes del juego:
Hay piezas blancas y negras, nunca grises. El tablero está compuesto por casillas, las cuales podremos llamar: provincias, distritos, localidades o intendencias, según sea el alcance de la partida.
Participan: el rey y la primera dama (matrimonios políticos comandando su rebaño); alfiles (ministros, diputados, senadores); caballos (autos importados, helicópteros, aviones privados); torres (ministerios, alcaldías, quintas, intendencias); peones (matones, patovicas, fuerzas “de choque”).
Metodología del juego:
Cada jugador planifica su juego y desarrolla su habilidad desde el inicio: la campaña electoral. El primer movimiento es de suma importancia. Puede significar la victoria como el fracaso. Cada movimiento es premeditado, nada es librado al azar. El objetivo final es destruir al adversario, para lo cual se sacrifican, sobre el escenario social creado, todas las piezas que hagan falta, en afán de concentrar la mayor cantidad de poder que no ponga en riesgo el statu quo de la partida política que se imponga.
El enroque:
Es una jugada especial dentro de este juego que se realiza entre algunas piezas específicas, las cuales suelen intercambiar casillas en el momento y lugar acordados. Esto les permite enrocarse y alternar cargos a fin de optimizar su posición en el tablero y sacar provecho de sus funciones. Suele repetirse cada vez que se inicia una nueva partida electoral.
Jaque Mate:
El rey y sus secuaces toman el poder que pertenecía al adversario, quien deberá aguardar el inicio de la próxima partida para intentar recuperar el poder que le han arrebatado. Así una y otra vez, repartiéndose los cargos y los superpoderes, gobernando alternadamente un escenario social que no distingue colores, porque las fichas son siempre las mismas. Negras y blancas. O blancas y negras.
La partida se juega entre dos adversarios que suelen denominarse “oficialismo” y “oposición”. Ambos desarrollan la acción sobre un escenario político al cual llaman “pueblo” o “sociedad”, según los intereses en pugna.
Objetivo del juego:
Cada jugador buscará colocar al primer candidato de su adversario, comúnmente denominado “rey”, en posición “bajo ataque mediático” de tal modo que el oponente no tenga manera de evitar la captura del botín, en ocasiones llamado “banca” o “cargo”.
Piezas y partes del juego:
Hay piezas blancas y negras, nunca grises. El tablero está compuesto por casillas, las cuales podremos llamar: provincias, distritos, localidades o intendencias, según sea el alcance de la partida.
Participan: el rey y la primera dama (matrimonios políticos comandando su rebaño); alfiles (ministros, diputados, senadores); caballos (autos importados, helicópteros, aviones privados); torres (ministerios, alcaldías, quintas, intendencias); peones (matones, patovicas, fuerzas “de choque”).
Metodología del juego:
Cada jugador planifica su juego y desarrolla su habilidad desde el inicio: la campaña electoral. El primer movimiento es de suma importancia. Puede significar la victoria como el fracaso. Cada movimiento es premeditado, nada es librado al azar. El objetivo final es destruir al adversario, para lo cual se sacrifican, sobre el escenario social creado, todas las piezas que hagan falta, en afán de concentrar la mayor cantidad de poder que no ponga en riesgo el statu quo de la partida política que se imponga.
El enroque:
Es una jugada especial dentro de este juego que se realiza entre algunas piezas específicas, las cuales suelen intercambiar casillas en el momento y lugar acordados. Esto les permite enrocarse y alternar cargos a fin de optimizar su posición en el tablero y sacar provecho de sus funciones. Suele repetirse cada vez que se inicia una nueva partida electoral.
Jaque Mate:
El rey y sus secuaces toman el poder que pertenecía al adversario, quien deberá aguardar el inicio de la próxima partida para intentar recuperar el poder que le han arrebatado. Así una y otra vez, repartiéndose los cargos y los superpoderes, gobernando alternadamente un escenario social que no distingue colores, porque las fichas son siempre las mismas. Negras y blancas. O blancas y negras.