“…esas manos describen las ficticias realidades
que suelen divulgar: rebosantes de miedo,
paranoia y vanidad [teatral]”.
Hay una guerra entre dos por ocupar un mismo lugar: el Ministerio de la Manipulación. Allí se administran la conciencia, la inconsciencia y la percepción de la realidad social. Sus empleados trabajan día y noche para que todo gire en torno a una idea que, en instancias como las que se viven, no puede ser patrimonio compartido. Por un lado: el Estado, en representación del pueblo. Por el otro: Clarín, en representación de lo-que-el-pueblo-debe-saber.
que suelen divulgar: rebosantes de miedo,
paranoia y vanidad [teatral]”.
Hay una guerra entre dos por ocupar un mismo lugar: el Ministerio de la Manipulación. Allí se administran la conciencia, la inconsciencia y la percepción de la realidad social. Sus empleados trabajan día y noche para que todo gire en torno a una idea que, en instancias como las que se viven, no puede ser patrimonio compartido. Por un lado: el Estado, en representación del pueblo. Por el otro: Clarín, en representación de lo-que-el-pueblo-debe-saber.
¿Y el pueblo?
Al parecer, la democracia ya no significa gobierno del pueblo, sino de los Medios. Surge así la mediocracia: una práctica al servicio de la (in)comunicación, capaz de regular el estado de los hechos, las fantasías y los deseos de cada ciudadano. Así las cosas, la guerra por manipular el saber popular nos lleva a enfrentamientos, difamaciones y acusaciones cruzadas entre el Gobierno y el monopolio comandado por Magneto, Noble y compañía. Entonces todo se vuelve surrealista: los goles son secuestrados, el fútbol vuelve a ser ¡gratis! y de la gente (¿?), las caricaturas son mensajes (cuasi)mafiosos, y hasta la mutación de un virus estacional amenaza con aniquilar a la humanidad. Todo es catástrofe y confusión para la mediocracia, ya que el temor y el desconcierto son la ruta más directa a la manipulación, a la inserción de una impronta que redirecciona a su antojo la opinión popular. El pueblo, indefenso, se somete al poder de las noticias, creyendo que todo debe ser bipolar, blanco o negro, de un modo u otro.
¿De qué lado estás?
No hay lugar para los débiles dentro de este sistema. El botín se disputa en esferas teñidas de poder, corrupción, dinero y soberbia. La guerra es entre los que más tienen y, a su vez, más quieren. El resto (hambre, desempleo, pobreza, desesperanza) es para nosotros, que lo vemos por TV. Después de todo, un buen culo en primer plano y diez partidos por fin de semana no pueden fallar para la mediocracia.
Buenísimo, como siempre.
ResponderEliminarMe pasó el link un amigo roedor. Muy buen comentario transversal, de la actualidad mediática.
ResponderEliminarSaludos!
Lechu Rodríguez
http://www.lechurodriguez.blogspot.com/
De 10 padre... siempre poniendo el laqdo más conciente y preocupante de la cuestión.
ResponderEliminarMuy bueno, Iván.
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